jueves, 29 de noviembre de 2012

La lucha por los sueños.

Hace tiempo que no escribo en este blog y mirando mi twitter veo que tengo este como blog preferente de tantos que tengo.
La última entrada hablaba de la gratitud y así continuamos.
Desde hace un tiempo he pasado de escuchar y gustarme algunas canciones del rastas de Melendi a disfrutar como una quinceañera del nuevo Melendi. Desde que sale en el programa La Voz he descubierto a una gran persona desde el punto humano. No es fácil encontrar gente así que tenga éxito.
Siguiendo con el tema de la gratitud, viendo como personas luchan por su sueño y un sueño que comparto pues desde niña he ido cantando por la calle, ver como uno de los elegidos por los coach, y en especial, por Melendi, ha desagradecido toda la ayuda recibida y ataca a quienes le han dado la posibilidad de conseguir su sueño de ser cantante, me pone rabiosa.
Una persona que por ser invidente debería tener una razón de superación mayor a quienes no vemos con los ojos de los otros sentidos; pero ha visto lo que sólo ha querido ver: persecución de la gente.
Parece que ante los que buscan perseguir sus sueños y aceptan los obstáculos, otros buscan liarla y subir al estrellato a través de ir de platós en platós. 
Debo reconocer que me hace gracia esa forma de querer conseguir el éxito. Creo que debería buscar el éxito de  esa manera. Decir que soy pariente lejana de una gran actriz y, en vez de buscar el éxito por mi arte, ir de plató en plató contando cómo fue la vida en la Guerra Civil de dos primos- Pío y Argimiro- de Valladolid que se encontraron antes que uno diera a la vida con su mujer a la gran dama del teatro. Pero no soy así.
Sé escribir. Con unas clases mi voz de mezzosoprano se podrá mejorar para no  cansarme por no saber respirar bien; y por fin, tener mi vida como actriz si es que la música no me engancha del todo, o la literatura.
Como digo; hay personas que luchan por sus sueños y son positivos y logran que éstos se hagan realidad. Otros prefieren el camino  fácil. No es cosa mía el último camino.

Marian García.